TRABAJANDO EN EL CAPÍTULO 6.

sábado, 18 de junio de 2011

Capítulo 4.Lluvia y recuerdos.


Capítulo 4. Lluvia y recuerdos.

Aquel vestido morado se ceñía a mi figura y me hacía parecer más esbelta de lo que en realidad era.

Entonces oí el claxon de la limusina y la voz de mi destino.
La limusina era más grande por dentro, con asientos color crema y un minibar.
Me sentía como una superestrella.
El tiempo no acompañaba, no era una de esas calurosas noches, parecía que iba a diluviar.
La limusina se detuvo en frente de un lujoso restaurante, vacío. El conductor me pidió que entrase y esperase a Michael en una de las mesas.
El restaurante estaba decorado de una manera exquisita; luces bajas, velas en las mesas…Lo que ayudó a ponerme aún más nerviosa de lo que ya estaba.

¿Conocéis esa sensación de mariposas en el estómago? Yo la sentía, o cuando piensas en esa persona y parece que el corazón se te va a salir, pero lo odiaba, odiaba esas estúpidas sensaciones porque no sabía que significaban esas sensaciones.

Me senté en una mesa apartada de los grandes ventanales que tenía el restaurante.
Abrí mi bolso de mano negro y saqué un pequeño espejito, quería retocarme un poco antes de que llegase.

15…30…45 minutos y no había ni rastro de él.
En mi fuero interno sabía que no debía haber confiado en él, era famoso al fin y al cabo.

Empezaba a impacientarme de una manera superior a mis fuerzas, así que agarré el bolso y
salí del restaurante y empezó a llover, ¿podría salir peor aquella noche? Sí.
Truenos, rayos, lluvia y un coche que tocaba el claxon desesperadamente y me iluminaba con los faros.
Estaba empezando a enfadarme así que me giré mientras veía como el coche paraba, le di una patada al parachoques y me di la vuelta, pero noté como alguien salía del coche.
“¡Muy bien, Amy!” me dije con ironía a mí misma.
Ni siquiera quise girarme a ver quien era hasta que su mano rozó mi hombro.
Entonces giré sobre mis talones para encontrarme a Michael.
         Tienes un problema con los coches –musitó mirándome de arriba abajo –estás empapada.
         ¿Cómo tienes la cara de llegar y decirme que estoy empapada, Michael? –dije desviando mi mirada a la izquierda, si le miraba a los ojos perdería mis defensas.
         Lo siento mucho, de verdad, pero he estado rellenando papeles y terminando una maqueta en el estudio, ¿podríamos quedar otro día?
         No.
Y me fui, pero me detuvo de nuevo cogiéndome de la mano.
       –     Oh vamos, ¿qué puedo hacer para que me perdones? Podemos ir donde sea, donde tú quieras, pero necesito salir contigo a cualquier sitio, no me importa.
         ¿Por qué debería confiar en ti? –contesté dándome la vuelta de nuevo.
         ¡Porque confío en nosotros! –gritó desde el final de la calle.
Entonces me di cuenta.
Tenía al que podría ser uno de mis mejores amigos empapado bajo la lluvia y pidiéndome que saliera con él.
Me paré y grité:
         ¡Mañana, en mi casa, ven a recogerme tú!
Y seguí caminando.
Pero la paz no volvió pues su coche pasó por mi lado.
         No puedo dejarte bajo la lluvia.
         No pasa nada, supongo que mi casa está cerca –musité.
         Ni siquiera sabes donde está tu casa, te has perdido –dijo él parando el coche –vamos sube, pasarás la noche en mi casa.
No respondí, sabía que era inútil negarme.

Estaba realmente calada hasta los huesos y tenía mucho frío, estaba temblando de frío.
Michael se pasó el viaje a su casa mirándome preocupado, aunque yo le dijese que no me pasaba nada, él sabía que era mentira.

Al llegar a su casa, una sensación de paz invadió mi ser.
Michael se empeñó en dejarme ropa -con lo cuál se refería a una sudadera suya- y en que me diese un baño de agua caliente para estabilizar la temperatura de mi cuerpo.
Él siempre tan encantador.
Siempre tan perfecto.

Podía notar la inocencia, la pureza, la música y la perfección en aquella casa, todas esas cosas giraban en torno a Michael.

Mientras me duchaba oía el sonido de un piano. Un sonido exquisito y maravilloso, sólo una persona podría tocar el piano y hacer que sonase de esa manera tan especial.

El tacto de su sudadera contra mi piel mortecina era tan confortador que no me apetecía llevar nada más puesto en toda mi vida que aquella maravillosa sudadera gris con una “m” mayúscula y roja en el centro, la verdad era que me quedaba enorme, pero eso era una de las cosas que la  hacía más confortable.

Mi pelo mojado enmarcaba mis facciones y se me habían formado rizos rubios que me hacían parecer una niña de dieciocho años.
Me peiné el pelo y salí del baño.

Busqué el sonido del piano por toda la casa.
Mientras buscaba a Michael aproveché para mirar cuadros que había por los pasillos, estatuas y muchas más cosas que tenía Michael por los pasillos.

La casa estaba muy bien decorada. Suelos de madera y paredes pintadas en color melocotón la hacían parecer muy acogedora.

Entonces encontré la sala del piano.
Una sala enorme, con suelo de mármol.
Pero sin duda, lo que más me gustaba de esa sala, era aquel chico de rizos negros y blusa blanca que tocaba una suave melodía con sus preciosos y largos dedos de pianista.

Pero, ¡qué desdicha la mía! No podía averiguar por qué revoloteaban mariposas en mi estómago cada vez que lo veía, cada vez que miraba sus profundos y enigmáticos ojos marrones, esos ojos que encerraban miles de secretos.

Me senté a su lado y empecé a tocar el piano con él.
Él se mordía el labio mientras que tocaba el piano y yo moría mil veces en mi interior cada vez que lo hacía.
Entonces recordé las veces que toqué el piano con mi madre.
Cuando me enseñaba canciones y las cantábamos juntas.
Recordaba el pelo negro de mi madre y sus enormes ojos azules, mi madre era mi heroína, mi modelo a seguir y una de las personas más especiales de mi vida.
También recordaba cómo me leía cuentos y cómo hacía que me quedase dormida en nada, recuerdo la confianza que sentía con ella y el lazo tan estrecho y fuerte que teníamos.
Recordaba cuando todo era perfecto, tal y como lo estaba siendo en aquel momento.

No quería irme de allí, no podía.



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Ya veis como la relación entre Michael y Amy empieza a surgir, pues bien, la historia sólo acaba de empezar, aún queda mucho recorrido por delante, muchos sentimientos, muchos "te odio", pero también muchos "te quiero".
Yo sólo os pido que me digáis lo que sentís que abráis vuestro corazón y plasméis en un comentario qué sentís cuando leéis  un capítulo.
Porque sois pocas, pero os quiero con toda mi alma.
                                                                           Att. Nicki Dreamer.

2 comentarios:

  1. Oh que hermoso capitulo ! :DD Sin duda esta novela va cada vez mejor ¿sabes? Y sorry por perderme , el capitulo 3 tuve un problema con mi blogger ... Así que ..Pues no pude entrar ni a mis novelas pero..aqui estoy para seguirte :D

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  2. me en encanto sabes tus palabras hacen que te conviertas en la propia Amy muy buena siguela por favor

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